En Pamplona esperaron casi hasta el final del partido que arreciara esa lluvia que se anunciaba torrencial. La grada también esperaba que los delanteros locales afinaran la puntería. Empezó a llover pero los goles no llegaron, porque Osasuna no supo y el Betis no pudo.
El equipo navarro sigue invicto en su campo, pero no gana; el sevillano intenta hacer un fútbol productivo, pero para recoger hay que sembrar, así que ambos acabaron repartiéndose el botín. A ninguno de los dos le dejó satisfecho el partido.
Fuente EL PAÍS