Europa trata de despertar del letargo en la batalla contra el calentamiento global gracias a una movilización de recursos nunca antes vista. La Comisión Europea ya tiene en marcha su New Green Deal.
El Banco Europeo de Inversiones se centrará en financiar proyectos verdes. Christine Lagarde está decidida a que bajo su tutela el BCE incluya criterios ambientales en las compras de deuda.
Y la Eurocámara, que la semana pasada declaró la emergencia climática, va siempre un paso por delante en la exigencia de ambición en la reducción de emisiones contaminantes.
La atmósfera institucional y ciudadana se vislumbra propicia para una transformación de calado, pero en toda esa cadena los Estados miembros son el último y más relevante eslabón.
Y si no aceleran el paso, los objetivos fijados por la UE quedarán en papel mojado. Así lo advierte el informe El medio ambiente en Europa. Estado y perspectivas 2020, publicado este miércoles por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).
“El ritmo de progreso actual no será suficiente para cumplir con los objetivos climáticos y energéticos para 2030 y 2050”, concluye el texto.
Para la primera fecha, la UE contempla una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de al menos un 40% respecto a 1990, y de entre el 80% y el 95% sobre ese mismo umbral para mediados de siglo.
Fuente EL PAÍS