La lepra afecta a la humanidad desde hace al menos cuatro mil años, y aún está presente en países como China, algunos de África, en Brasil y ciertas zonas de la amazonia. En México hay diferentes focos, “uno de ellos al sureste (Chiapas y Yucatán), otro en el centro del Estado de México, además de Michoacán y Morelos; de igual manera, en la zona occidental de Jalisco, Sinaloa y Nayarit, y en Coahuila y Nuevo León.
De acuerdo con informes oficiales de 138 países de todas las regiones de la Organización Mundial de la Salud, su prevalencia (proporción de personas que sufren una enfermedad con respecto al total de la población en estudio) en el orbe hasta finales de 2015 era de 176 mil 176 casos (0,2 casos por 10 mil), y el número de nuevos casos notificados en ese mismo año fue de 211 mil 973 (2,9 casos por 100 mil), frente a los 213 mil 899 de 2014 y los 215 mil 656 de 2013.
Alejandro Escobar, quien por años se dedicó a investigar la lepra, explicó que esta enfermedad no es muy contagiosa, debido a la frecuencia que es baja, además que se puede detectar rápidamente el antecedente si es que el paciente contagió a alguien debido al tiempo que dura el bacilo en multiplicarse en el organismo.
Es por esto que el contagio se transmite por gotículas nasales y orales, sí como el covid-19 (a diferencia de esta enfermedad, la lepra se desarrolla con menor velocidad), siempre cuando hay un contacto estrecho y frecuente con enfermos no tratados.
Con información de MILENIO.