El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, reconoció la existencia de una “situación compleja y sin precedentes” en su gobierno después de la irrupción policial en la Embajada de México en Quito el pasado viernes.
Las fuerzas del orden ecuatorianas ingresaron a la embajada para detener al ex vicepresidente Jorge Glas, acusado de corrupción y quien se encontraba en esa legación con asilo político. Noboa justificó estas acciones como medidas excepcionales para proteger la seguridad nacional, el Estado de derecho y la dignidad del pueblo ecuatoriano.
El presidente ecuatoriano busca convencer a sus aliados de que el conflicto diplomático causado por el asalto a la Embajada de México fue un acto de compromiso en la lucha contra la corrupción y una respuesta a lo que considera una infracción del gobierno de López Obrador a los estatutos internacionales que regulan el derecho de asilo.
Según la canciller Gabriela Sommerfeld, el Gobierno ecuatoriano aseguró tener indicios de un riesgo inminente de fuga de Glas. Para el ejecutivo ecuatoriano, el gobierno de México violó el artículo tercero de la Convención de Caracas sobre Asilo Diplomático de 1954 y el artículo 1 de la Convención de Montevideo sobre Asilo Político de 1993, al conceder asilo a una persona condenada por delitos comunes.
Estas acciones han recibido amplio repudio y condena de la comunidad internacional, ya que se considera que se ha traspasado una línea roja al entrar a la fuerza en una embajada extranjera. La situación ha generado tensiones diplomáticas entre Ecuador y México, así como interrogantes sobre el respeto a los tratados internacionales en materia de asilo político.
Fuente: Milenio
