En el primer debate presidencial rumbo a las elecciones de noviembre, la candidata demócrata Kamala Harris logró destacarse, imponiéndose en varias de las discusiones y dejando a Donald Trump a la defensiva en múltiples ocasiones. Durante 90 minutos de intensos intercambios, Harris mostró confianza y preparación, disipando dudas que habían surgido sobre su capacidad para debatir en público.
Uno de los puntos álgidos fue la discusión sobre la economía, principal preocupación de los votantes estadounidenses. Trump intentó atacar las políticas migratorias del gobierno de Joe Biden, vinculándolas al supuesto deterioro del país, pero Harris lo confrontó con firmeza, responsabilizándolo por bloquear un proyecto bipartidista destinado a solucionar la crisis fronteriza.
“Soy la única en este escenario que ha procesado a traficantes de personas”, afirmó Harris, subrayando su experiencia como fiscal general de California, y criticó a Trump por preferir politizar la inmigración antes que buscar soluciones.
Otro de los temas candentes fue el derecho al aborto. Harris defendió los derechos reproductivos de las mujeres, mientras Trump intentaba moderar su postura diciendo que no apoyaba una prohibición federal, aunque evitó aclarar su posición ante las restricciones en los estados.
En cuanto a política exterior, Harris también mostró dominio del tema. Criticó a Trump por su postura hacia Rusia y la invasión de Ucrania, advirtiendo que bajo su liderazgo, “Putin estaría ahora sentado en Kyiv”.
El debate, realizado en Filadelfia, Pennsylvania, uno de los estados clave para las elecciones, fue decisivo para ambos candidatos en su intento de ganar a los votantes indecisos. Resta por ver si la actuación de Harris se traducirá en votos, pero su intervención dejó claro que está lista para el reto.
