viernes, septiembre 20, 2024

El desastre de monte Erebus, el accidente aéreo que cambió para siempre a Nueva Zelanda

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Es el peor desastre que ha sufrido Nueva Zelanda en tiempos de paz.

El 28 de noviembre de 1979, un avión turístico de la aerolínea estatal Air New Zealand, que transportaba a 257 personas, se estrelló de frente contra un volcán en la Antártida.

La tragedia del vuelo TE901 conmocionó a Nueva Zelanda, afectando de una forma u otra a casi todos en el país, y condujo a años de investigaciones y a un perverso juego de acusaciones cruzadas.

El legado del desastre del monte Erebus todavía se siente 40 años después.

Air New Zealand había comenzado a operar vuelos panorámicos sobre la Antártida solo dos años antes, y habían sido un gran éxito.

Los vuelos ofrecían lujo de primera clase y una vista impresionante del hielo sin fin en el borde del mundo.

Pero ese día en 1979, las cosas saldrían muy mal.

Alrededor del mediodía, el piloto, Jim Collins, realizó dos grandes vueltas a través de las nubes para bajar el avión a aproximadamente 610 metros de altura y así poder ofrecer a sus pasajeros una mejor vista.

Dado que asumía que estaba siguiendo la misma trayectoria que en los vuelos anteriores, sobre el estrecho de McMurdo, no anticipaba ningún problema.

A bordo del DC 10, la gente estaba ocupada tomando fotografías o filmando en la cabina y a través de las ventanas. Muchas de estas fotos se encontraron más tarde entre los restos y pudieron ser reveladas, incluyendo algunas tomadas segundos antes del accidente.

Pero en lugar de ver hielo y nieve a la distancia, lo que vieron en la cabina fue la montaña justo delante de ellos.

Poco antes de las 13 horas, se dispararon las alarmas de proximidad del avión.

Sin tiempo para elevarlo, seis segundos después la nave se estrelló directamente contra el lado del monte Erebus.

Después de horas de espera y confusión, la suposición en Nueva Zelanda era que el avión se había quedado sin combustible. Dondequiera que estuviera, ya no estaba en el aire.

Se enviaron operaciones de búsqueda y rescate y pronto se confirmaron los peores temores: se vieron restos en la isla de Ross, en las laderas más bajas del monte Erebus y estaba claro que no había sobrevivientes.

“Ese mismo accidente no ocurriría en un avión moderno”, le dijo a la BBC el capitán Andrew Ridling, quien encabeza la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas de Nueva Zelanda.

En parte, eso se debe a las lecciones aprendidas de accidentes como el de TE901.

“El equipo que se usa hoy es extremadamente bueno. Tienes un sistema de navegación basado en satélites, por lo que estar en la ruta de vuelo incorrecta no sería posible”.

Fuente BBC NEWS

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