Los diez policías retenidos a la fuerza desde la mañana en la Casa de la Cultura de Quito fueron entregados anoche (madrugada en España) a Naciones Unidas “en un gesto de buena voluntad”, según destacaron los delegados de la ONU. Un grupo de indígenas acompañó a los uniformados hasta la plaza Simón Bolívar, en el Parque de la Alameda, mientras coreaban “el pueblo unido, jamás será vencido”. No existió unanimidad con la medida, que una parte de los presentes acogió a regañadientes.
La treintena de periodistas que también permaneció contra su voluntad en el interior del Ágora del cuartel general de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) abandonaron las instalaciones en las últimas horas de la tarde; algunos se escabulleron, otros se fueron sin más. La mayoría fue obligada a permanecer en las instalaciones contra su voluntad, tal y como denunciaron los gremios profesionales. El Gobierno había reclamado a media tarde la libertad de todos ellos.
Peor suerte corrió Freddy Paredes, periodista de Teleamazonas agredido de una pedrada en la cabeza en las inmediaciones de la Casa de la Cultura. El reportero responsabiliza a los dirigentes de la Conaie, quienes en cambio aseguraron que el agresor no era uno de sus miembros. El agresor fue identificado como un seguidor correísta, empleado en el Consejo Nacional Electoral.
Cierta distensión se vivió así al acabar la octava jornada de protestas y enfrentamientos, durante la cual los indígenas insistieron en la derogación del decreto que impone la subida del precio de los combustibles. No obstante, los líderes de la Conaie han llamado a radicalizar el conflicto, tras la muerte de Segundo Inocencio Tucumbí, uno de sus militantes en Cotopaxi, cuya capilla ardiente se veló durante toda la noche en la propia Casa de la Cultura.
Fuente EL MUNDO
