En junio de 2016, Christian Lealiifano estaba sin fuerzas. Apretaba al máximo en los entrenamientos, pero la cosa iba cada vez peor. El sentido común daba una explicación: su hijo, que entonces tenía dos meses, debía ser el motivo de tantas noches en vela. Hasta que en un ejercicio empezaron a arderle las manos y los pies.
El apertura pensó entonces que tendría algún tipo de virus, pero los análisis sanguíneos lo dejaron claro: leucemia. “Era una palabra tan pesada…”, recordaba en mayo tras completar su cuento de hadas con su regreso a los Wallabies.
Lealiifano desconectó cuando escuchó el término leucemia y puso rumbo al hospital. Ingresó un jueves por la tarde y empezó su tratamiento de quimioterapia ese mismo sábado. Perdió 12 kilos en apenas dos semanas, pero mantuvo una mentalidad positiva en busca de lo que él llamó “el mejor escenario posible”. Su diagnóstico conmocionó al rugby australiano. No era el principal apertura del país, lejos del carismático Bernard Foley, pero sí una figura muy querida.
Fuente EL PAÍS