Es septiembre y las banderas tricolor ondean en edificios y automóviles. Al centro de ellas se posa el águila real devorando la serpiente sobre un nopal, en posición de combate.
¿Bonito, no? Pero hay algo que no todos saben: La protagonista del escudo nacional está en peligro de extinción.
Desde 1994, el águila real (Aquila chrysaetos) está en la lista de especies en peligro de extinción de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
El tráfico ilegal para convertirlas en mascotas, la caza y la modificación y falta de su hábitat, son los peligros que han provocado la reducción del número de ejemplares en libertad.
Actualmente sólo hay entre 600 y 800 águilas en todo el país, explica a Animal MX Frank Carlos Camacho, director general del Programa de Conservación del Águila Real de Africam Safari.
Si seguimos así, en un par de décadas no habrá parejas reproductivas, y entonces sólo la veremos plasmada en banderas.
Del mito prehispánico al escudo nacional
Uno mito prehispánico narra que en Teotihuacan, un águila pasó por la hoguera en que se sacrificaron los dioses que quedaron convertidos en astros. Parte de sus plumas se quemaron, por eso es blanca con negro.
El águila ha sido protagonista en varias etapas de la historia del país. Para las culturas prehispánicas tenía un valor ritual, pues se le asociaba al dios de la guerra Huitzilopochtli, y al sol, por la gran altura a la que puede volar.
Pero también era usada como pago en intercambios comerciales y eran parte de las ofrendas en los entierros.
Ha sido protagonista de banderas desde la lucha de Independencia, los dos imperios, la Revolución Mexicana, y actualmente en el escudo nacional mexicano.
Pese a todo eso, la realidad es que, estamos acabando con ella.
¿Cómo se conserva el águila real?
Africam Safari puso en marcha su programa de conservación en 1992, pero por mucho tiempo no hubo reproducción, pues los ejemplares con los que contaban habían sido mascotas o estaban lastimadas, por lo que no concebían polluelos, explica Frank Carlos.
Fue hasta 2004 que se construyó el complejo para su reproducción y dos años después se logró el primer nacimiento. Desde entonces han nacido 37 águilas.
La primera liberación de un águila nacida en Africam fue en 2015, en unos ejidos ubicados en la frontera entre Hidalgo y Puebla. Se eligió esa ubicación porque ahí pueden vigilarla y, en caso de que le ocurriera algo, recuperarla.
El programa de conservación de Africam Safari busca tener una población de seguridad estable -esto es ejemplares libres de amenazas en el parque– que puedan concebir para que luego sus crías sean liberadas y completen las parejas reproductivas.
La población del parque se compone de águilas decomisadas o recuperadas. Éstas se convierten en las parejas reproductivas. También llegan algunas heridas, explica Frank Carlos, pero se rehabilitan y luego son liberadas.
Los polluelos y sus padres están en un área privada para que no tengan contacto humano.
“Lo que aprendimos de eso es que teníamos que darles mucha mayor privacidad a los pollos que nacen en Africam para que no identifiquen a las personas como una fuente de alimento, por eso es muy restringido el acceso al área de protección”, dice.
El águila reina en el cielo
En esta especie la hembra es más grande que el macho. Ellas llegan a pesar entre 5 y 6 kilos y tener una altura de hasta 60 centímetros. Su envergadura -que es el tamaño de sus alas extendidas- alcanza los dos metros, impresionante ¿no?
Mientras que el macho pesa entre 3.5 y 4 kilos, mide de patas a cabeza hasta 50 centímetros y su envergadura es de entre 1.80 y 1.90 metros, nos explica Alejandro Trejo, veterinario de Africam Safari.
Comen ratas, ratones, conejos, liebres, serpientes y hasta lagartos de pequeño tamaño. Y sí, es verdad que pueden levantar una cría de cabra pequeña de hasta 4 kilos.
Suelen habitar en lugares altos y fríos, condiciones para las que están adaptadas. Mientras que cautiverio llegan a vivir hasta 55 años, en libertad solo hasta 20 años.
El macho puede hacer cinco nidos en diferentes lugares para que la hembra elija cuál le gusta para vivir. Estos nidos pueden medir entre 50 centímetros y un metro, depende la zona y ubicarse en paredes de cañadas y zonas montañosas o árboles robustos de uno 40 metros de largo.
Si viven en libertad, ya que la hembra elige, pone sus huevos que pueden ser dos, pero casi siempre sólo un polluelo logrará sobrevivir.
Dentro del programa de conservación, las parejas están en un área especial donde crían a sus polluelos: pasan tres meses cuidando el huevo antes de que nazca la cría.
Los polluelos son totalmente dependientes de sus padres para conseguir comida y, según Alejandro, ambos padres se involucran por completo en la crianza.
Un polluelo llega a comer hasta 600 gramos diarios. Mientras que los adultos pueden comer entre 2 y 3 kilos de carne.
¿Cuánto tarda un polluelo en dejar el nido? Tanto en libertad como en el parque, después de un año y medio, cuando ya tienen plumas empieza a saltar entre las ramas y rocas para explorar el mundo, pero siempre con la vigilancia de sus padres.
Un mes después comienza a brincar y planear. Al año y siete meses ya puede salir a volar, algunos ya no vuelven al nido y comienzan a buscar su propio alimento.
Cuando ya es un ave ramonera (porque literal, anda por las ramas) está lista para ser liberada.
Es entonces que se lleva al hábitat elegido y se coloca en una estación, que es un gran espacio con una red, donde pasa entre 6 a 10 semanas, para que se familiarice con el lugar y la fauna de la zona.
Después de este tiempo se retira la red para que el águila pueda ser totalmente libre. “Algunas se quedan un par de días por ahí, otras vuelan y empiezan a colonizar su territorio”, dice Camacho.
Las próximas liberaciones de águilas que hará Africam están planeadas para septiembre de 2020, serán en zonas serranas de Chihuahua, Zacatecas y Puebla. Los ejemplares traerán un dispositivo “como una mochila, del tamaño de un celular” para rastrear dónde y cómo están durante un año.
Los ejemplares se liberan en zonas donde aún hay águilas o donde hubo colonias para reintroducirlas a esos hábitats. El objetivo es que los que son liberados encuentren, en libertad, una pareja y puedan reproducirse.
Gracias a los esfuerzos de autoridades federales, parques y zoológicos privados el número de parejas reproductivas ha aumentado. Junto a Africam Safari, al menos otros 100 grupos y zoológicos trabajan en la conservación de la especie.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) en 2010 había en México 70 parejas reproductivas, para septiembre de 2018 se tenía registro de 142 parejas, principalmente en Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Oaxaca, Morelos, Jalisco y Michoacán.
Sin embargo, la tasa de mortalidad aún es más alta que la de reposición natural.
Con información Animal.mx