jueves, mayo 2, 2024

La UNAM bajo asedio: ¿un problema de género?

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Durante los últimos meses hemos visto, en al ámbito internacional y nacional, a las mujeres que han salido a reclamar un trato igualitario y libre de violencia, no sólo de supuesta igualdad. Nada más encomiable.

Se plantea como una lucha en la que hay que darle un último golpe al machismo y las diferencias entre hombres y mujeres. Aquellas que tienen que ver con las disparidades salariales, las de convivencia, de oportunidades en el trabajo y acabar con el trato que implica relaciones de poder entre hombres y mujeres.

En concreto, las luchas que han iniciado una serie de colectivos en la UNAM para clausurar los abusos de alumnos hombres contra sus compañeras, que son los más frecuentes y aquellos que provienen de maestros contra alumnas, merecen una atención especial.

El reclamo surgido en la Facultad de Filosofía y Letras, uno de los lugares de pensamiento del país más avanzado y sensible del país, a este y muchos otros fenómenos, es de llamar la atención. La Facultad de Filosofía es punta de lanza en diversos temas y reacciones al comportamiento social nacional.

Luego las prepas 7, 9, 6 y 3 se han solidarizado con el movimiento, desde noviembre. El CCH de Azcapotzalco se unió después, pero por razones de seguridad colectiva y por razón de la muerte de un alumno al que, aparentemente se le dio una atención médica de emergencia deficiente.

La agenda de género es muy importante, pero no es una decisión administrativa. Es una agenda de mediano plazo. Requiere que las denuncias y los procedimientos legales se concreten. Más allá de eso, se trata de un cambio enorme en la cultura y en la convivencia social dentro de las escuelas y dentro de la sociedad mexicana.

Alumnas mías en la Facultad de Derecho en varios semestres, que con lágrimas en los ojos me han contado historias aterradoras sobre eventos que les suceden en el trasporte público, por ejemplo.

Hombres que muestran su miembro o se masturban hasta mancharlas con su semen para humillarlas, sencillamente lamentable, con la complacencia de los presentes en la micro. Pero al mismo tiempo, sin alternativas para combatirlo, acusarlos o sobrevivir lo que algunas pasan en esos espacios por un lapso de una o dos horas para resistirlo, cuando van camino a la Facultad desde donde viven.

El asunto es grave, en resumen. Sin embargo, las soluciones no pueden ser inmediatas. Las alumnas recurren a su micromundo para pedir soluciones en ese espacio, pero sus pliegos petitorios rebasan, por ley, por cultura y por capacidad, los ámbitos de la UNAM.

La UNAM tiene protocolos para atender el acoso o la violencia de género, pero éstos sólo pueden iniciarse a través de una denuncia formal, no a través de las redes sociales solamente.

En segundo lugar, los derechos laborales que protegen a los académicos tienen que ver en el proceso, porque para destituir a un maestro es necesario que la junta de conciliación y arbitraje tenga pruebas del daño cometido; para no dejar en la impunidad al que comete estas tropelías, el alumno o el maestro sujeto a estas acusaciones, la autoridad, es decir la Rectoría de la UNAM, necesita denuncias y un proceso legal, si no ella también sería ilegal en su actuar.

Sabiendo todo esto, de todas maneras, los pliegos petitorios de las alumnas y alumnos se han ido convirtiendo en cada vez más radicales. Y, por cierto, imposibles de cumplir.

En un volante que tengo en las manos dice: “Demandamos terminar con la violencia machista y de género en nuestra Facultad (la de Filosofía) y en toda la UNAM”.

No hay sencillamente ninguna posibilidad de cambiar la ideología, el lenguaje, las actitudes y las frases de miles de maestros, autoridades y millones de mexicanos por el sólo hecho de que alguien lo solicita en una asamblea (por cierto, muy poco democrática).

La impresión que uno empieza a construir es que, usando esta excusa, algunos actores políticos quisieran ver a la UNAM en crisis y parada. ¿Para qué? Para plantear su democratización, la suspensión de un examen de entrada, la defensa laboral de maestros aniquilada y, finalmente, su convicción en la educación de calidad, para beneficiar a los que no pueden tener otra entrada a la educación profesional y que por los errores de la educación básica hay que perdonar, para generar profesionales mediocres y ocupados, pero en la escuela. Como quisiera la 4T.

La UNAM está bajo ataque, quien no lo quiera ver, es un ciego o un indolente. Ya se verá.

Con información de El Economista.

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