Este 7 de octubre se cumplieron 106 años del crimen del senador Belisario Domínguez Palencia y más de un siglo después el llamado que hizo a sus compañeros legisladores sigue vigente como si lo hubiera dicho apenas ayer.
Al ilustre médico chiapaneco lo mataron por su valor de subir a la tribuna del Senado de la República y denunciar públicamente al usurpador Victoriano Huerta, el golpista que asesinó al presidente Francisco I. Madero para sentarse en la silla presidencial de manera ilegítima.
¿Qué nos dice a las y los legisladores de hoy Belisario Domínguez? Que la investidura de la representación popular entraña una enorme responsabilidad y que este mandato no puede cumplirse anteponiendo nuestra comodidad, defendiendo nuestro espacio confortable y, mucho menos, teniendo miedo de las consecuencias cuando sabemos que estamos actuando con justicia y en defensa del interés popular.
Belisario Domínguez era un hombre que nació con cierto nivel de riqueza (sus padres lo mandaron a estudiar medicina a París) y que habría podido fácilmente elegir el camino seguro de hacerse el disimulado y disfrutar su magistratura senatorial.
Pero la historia del mundo no la escriben los cobardes, los que evitan meterse en problemas, los que optan por sentarse a esperar a que alguien más haga el trabajo duro, polémico y o que afecta el interés de quienes se sienten (se sentían) intocables.
Nos viene muy bien a las y los legisladores de hoy recordar a Belisario Domínguez y legislar inspirados en su valor y su compromiso con las decisiones difíciles.
Las diputadas y diputados de hoy debemos sentirnos orgullosos de esta encomienda que no es para débiles de espíritu y que, por el contrario, exige el carácter bien templado para hacer cumplir la ley.
Por lo pronto, esta misma semana tendremos una Sesión Solemne en la Diputación Permanente para rendir homenaje a Belisario Domínguez en el Congreso de Veracruz.