miércoles, mayo 15, 2024

Seis claves que convierten a Sergio Scariolo en el líder de un equipo campeón

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Las personas que lideran un grupo deben dar ejemplo, entender a los suyos, construir un ambiente sano y conocer las cualidades y las limitaciones de su equipo. Es el camino hacia el éxito.

El liderazgo no se impone, se gana. Las personas que lideran un grupo deben dar ejemplo, entender a los suyos, construir un ambiente sano y conocer las cualidades y las limitaciones de su equipo.

La conversación con el entrenador se centró en las claves sobre su manera de llevar el grupo. No cabe duda de que su método es de aplicación para cualquier otra persona que tenga responsabilidades sobre otros, sea el jefe de una empresa, el cabeza de familia o trabaje como profesor. Veamos algunos de sus secretos:

1. Saber escuchar antes de hablar y de tomar decisiones. Scariolo reconoce su evolución como entrenador. Comenzó centrándose en la parte técnica de su trabajo y poco a poco desarrolló habilidades de liderazgo que le auxilian en la gestión de personas muy diversas y con mucho talento. “Una de las cosas que más me han ayudado en esta segunda etapa ha sido aprender a escuchar antes de hablar, de tomar cualquier decisión o de dar consejos. Para que sea efectivo hay que crear un clima adecuado, especialmente si tienes cierta autoridad sobre la otra persona. Solo de este modo consigues que el jugador se sienta cómodo para expresarse”.

2. Desenmascarar el ego propio. La segunda habilidad de su aprendizaje como entrenador es reconocer y desenmascarar el ego propio. Es difícil hacer sentir importante a alguien con el ego de por medio. Por ello, es importante reconocerlo, aunque esté disfrazado de un trato amable. “El ego es tu peor enemigo para gestionar personas con talento”, reconoce el técnico italiano.

3. Diferenciar los tipos de errores que se cometen y vivirlos como maestros. Scariolo creció leyendo el poema If, de Rudyard Kipling. Los versos estaban en un cuadro que tenía su padre en el despacho de casa. El técnico recuerda especialmente la parte en la que dice que tanto el éxito como el fracaso son dos grandes embusteros. El entrenador asumió el mensaje en su vida, lo que le ha ayudado a minimizar sus triunfos y a convivir mejor con sus errores. Según su experiencia, diferencia dos tipos de errores: los que podían haberse evitado y aquellos que fueron el resultado de una decisión. “Estos últimos son los que más llaman la atención del público. Estoy acostumbrado a ellos y no me afectan tanto. Se toman decisiones con la mejor intención y con la información de la que se dispone. Sin embargo, los errores que podían haberse evitado son los que más molestan y me enseñan. Son mis enemigos, pero al mismo tiempo, mis amigos, porque actúan como grandes maestros”.

4. Centrarse en lo esencial. “Aprendo muchas cosas en la NBA. Se manejan dimensiones brutales, tanto en presupuestos como en medios o en el número de seguidores, lo que genera mucho ruido y mucha expectativa sobre el equipo”, reconoce Scariolo. Esta situación le ha obligado a tejer una relación de comunicación con sus jugadores en la que es necesario eliminar lo superfluo y centrarse en lo esencial. De ese modo se logra equilibrar la exigencia con el realismo de lo que los jugadores pueden digerir en cada instante.

5. Identificar el momento y la forma adecuada para proponer ideas. En la actualidad, Scariolo es entrenador asistente de los Toronto Raptors. Reflexiona sobre cómo vive ese proceso de tener un jefe y qué ha aprendido de ello: “No me siento incómodo siendo segundo entrenador. En este papel tengo que admitir que no todas mis ideas van a ser aceptadas. Tengo que hacer un esfuerzo a la hora de proponerlas. Si no se ha tomado una idea mía porque no he sabido expresarla bien y el tiempo demuestra que podría haber tenido mejores consecuencias para el equipo, me hace sentir mal y me obliga a venderlas mejor. Lo que he aprendido es a saber identificar el momento y la forma adecuada para hacerlo, que es tan importante como el contenido de la idea en sí misma”.

6. Gestionar la presión desde la relativización. “Un entrenador de baloncesto está sometido a una gran presión. Tiene que tomar muchas decisiones en un espacio corto de tiempo. Estas tienen un gran impacto en el resultado final, por lo que te expone a críticas o desaprobaciones. He aprendido a relativizar. Dar lo mejor de mí mismo sabiendo que si hoy pierdes un partido, mañana tienes otra oportunidad para ganar. Esto ocurre en el deporte, pero también en la vida. El éxito o el fracaso son muy relativos”, afirma el técnico.

Fuente EL PAÍS

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