Abelardo dio el sí. Se lo tuvo que pensar un poco, reacio a coger un proyecto que no le enganchara como ocurrió con el Leganés y el Celta, que lo tentaron en su día antes de colocar a Javier Aguirre y Óscar García en sus banquillos.
Pero el Espanyol sí le ha convencido, seguramente porque desde el área deportiva le han garantizado al menos tres fichajes, además de darle un sueldo generoso hasta el final del curso (algo menos de un millón), también una prima por la salvación de medio millón de euros.
Y, por supuesto, porque Barcelona es su segunda casa, ya que tiene residencia en la ciudad y jugó en el Barça de 1994 a 2002, donde levantó dos Ligas, dos Copas del Rey y una Recopa.
El contrato, en cualquier caso, finaliza al final de la temporada, aunque desde el club admiten que en caso de continuar en Primera ya saben con qué técnico querrían seguir.
Necesita un chute de adrenalina el Espanyol, también de orden y anímico, porque es el colista de Primera con solo 10 puntos, ahora a cinco del equipo que se salva de la quema (Mallorca), pero a nueve del siguiente (Eibar y Leganés).
Tras flirtear con otros técnicos, como Francisco Rodríguez, Luis García y sobre todo Juan Antonio Pizzi, la dirección deportiva escogió a Abelardo porque entiende que es un entrenador con callo en estas situaciones, por más que tampoco tenga demasiada experiencia en LaLiga.
Aunque con el Sporting, en el curso 2015-16, logró la salvación en la última jornada con un equipo de lo más modesto; y con el Alavés fue capaz de obrar el milagro, pues asumió el equipo en la jornada con nueve puntos y lo salvó de forma holgada, pues encadenó seis triunfo y un empate en Mendizorroza que bien valió quedarse de pie en la categoría.
Fuente EL PAÍS
