En la casona de tres niveles, ubicada en una de las zonas más exclusivas de La Paz, Bolivia, la vida es tensa. Los 30 exfuncionarios de Evo Morales “solo ven noticias en espera del otorgamiento del asilo político por parte de México”, dijo un empleado del lugar, quien prefiere guardar el anonimato.
Para distraer a los curiosos del exterior, en la Embajada mexicana se mantienen las persianas bajas, pocos son los reductos por donde ingresa la luz del sol, tal vez así la casona se pueda confundir con las vecinas embajadas de Rusia, de Ecuador o el Club de la Unión Árabe.
El portón de la casona solo se abre a las nueve de la mañana, cuando llega la embajadora María Teresa Mercado; a las seis de la tarde, cuando la representante de México se retira a su casa, y cuando “sale una camioneta por provisiones para los ministros”, detalló un vigilante.
Fuente: Zócalo