En náhuatl son llamados “ohuican chaneque”: los habitantes de los lugares peligrosos. Foto: Facebook Museo de Antropología de Xalapa
Cuentan que estos seres pueden llegar a ser enemigos de los viajeros
¿En alguna ocasión se han perdido en tu casa objetos pequeños como llaves, papeles o monedas, así porque sí? Tal vez sea un chaneque travieso, te podrían decir algunos. Hay quienes siguen afirmando haber visto, por lo menos una vez en su vida, a este ser de la mitología prehispánica.
Qué es un chaneque
Para la mitología mexica, estos duendes se conocían como “ohuican chaneque”, una expresión náhuatl que se traduce en “los habitantes de los lugares peligrosos”. Eran considerados deidades que protegían la naturaleza, como los ríos, lagos, bosques, animales y selvas.
Estos protectores de la naturaleza están bajo el mando de Chane, un dios del agua y de la tierra que vive en el mundo subterráneo.
Cómo es un chaneque
Los chaneques han sido descritos de varias maneras. Algunos expertos mencionan que estos dioses eran representados como seres bajitos de estatura (medían no más de un metro de altura), con el cuerpo deforme, los pies al revés, sin la oreja izquierda y con la cara de anciano.
Otros los describen como enanos con rostro de niños, cuyo comportamiento es bastante inquieto y travieso.
Son buenos o malos
En los chaneques, como todo en la vida, existe la dualidad: el bien o el mal. Por un lado tenemos a los chaneques buenos que viven en lugares cercanos a las poblaciones o incluso, se dice, pueden vivir en las casas de las personas sin causar daños, aunque algunas veces pueden jugarte una que otra broma.
Entre las travesuras que se les ocurren, pueden esconder objetos pequeños, aventar piedras, jalarle la cola a los perros, asustar a las gallinas o trenzar el pelo de los caballos. Si llegas a portarte mal con ellos o los molestas, se vengan causando enfermedades, mismas que se curan haciendo un ritual o acudiendo con un curandero.
En cambio, los chaneques malos viven en lugares apartados de la población, como cuevas, ríos o cerros. Y, como detestan la presencia humana, procuran alejarla de su territorio provocando accidentes a los viajeros.
Fuente EL UNIVERSAL
